Tema

Crecimiento de la Iglesia

La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días se organizó formalmente en 1830 en una pequeña cabaña de troncos en la parte norte del estado de Nueva York.

Tomó 117 años —hasta 1947— para que la Iglesia pasara de los primeros seis miembros hasta alcanzar el millón. Los misioneros fueron un rasgo característico de la Iglesia desde sus primeros días; se extendieron a las tierras de los amerindios, a Canadá y, en 1837, más allá de la región de América del Norte hasta llegar a Inglaterra. No mucho después, los misioneros ya trabajaban en el continente europeo y en lugares tan remotos como la India y las Islas del Pacífico.

La marca de los dos millones de miembros se logró solamente 16 años después, en 1963, y la marca de los tres millones en 8 años más. Ese modelo de crecimiento acelerado ha continuado con alrededor de un millón de miembros nuevos agregándose ahora cada tres años o menos. El crecimiento consiste tanto en los bautismos de conversos como en el crecimiento natural a través del nacimiento de niños.

Hoy en día, el número de miembros de la Iglesia es de más de catorce millones.

Las consecuencias de este crecimiento rápido y constante se pueden ver en muchos lugares del mundo en los que está establecida la Iglesia. Las congregaciones que se agrupan en zonas geográficas conocidas como barrios se dividen periódicamente a medida que llegan a ser demasiado grandes para administrar o para adorar en una capilla o centro de reuniones todos a la vez. Se terminan de construir nuevos centros prácticamente cada día del año a fin de dar cabida a la cantidad creciente de miembros.

De acuerdo con el Consejo Nacional de Iglesias, La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días es la segunda iglesia de más rápido crecimiento en los Estados Unidos. Sin embargo, a pesar de que los datos van en aumento, la Iglesia advierte que no se haga demasiado hincapié en las estadísticas de crecimiento. La Iglesia no hace comparaciones estadísticas con otras iglesias ni afirma ser la denominación cristiana que posee el crecimiento más rápido, a pesar de que haya comentarios frecuentes en los medios de comunicación que apuntan en ese sentido. Tales comparaciones rara vez toman en cuenta una gran cantidad de factores complejos, entre los que se encuentran los índices de actividad y de mortalidad, la metodología utilizada para registrar o contar miembros y los factores que determinan el que una persona se considere miembro. Los índices de crecimiento también varían significativamente alrededor del mundo. Además, muchos otros factores contribuyen a la fortaleza de la Iglesia, en especial la devoción y dedicación de sus miembros.

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