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Los mormones y la educación: Panorama general

La educación es sumamente valiosa para los miembros de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días y está en consonancia con muchos otros valores tienen en alta estima.

La educación es sumamente valiosa para los miembros de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días y está en consonancia con muchos otros valores tienen en alta estima. A los mormones les encanta aprender y están dedicados a la adquisición de conocimiento. Su compromiso con la educación, como principio y como práctica, es evidente en sus creencias, enseñanzas y actividades cotidianas. Afirman que la educación es un empeño amplio de toda la vida, con una variedad de propósitos vitales. Ellos tienen una comprensión única de lo que es la educación: un principio que reconoce el alma humana además del intelecto. Es más, los mormones tienen una tradición educativa abundante y perdurable; es algo que ellos aprecian y siguen manteniendo. Ya que creen que la educación merece todo el esfuerzo posible, los Santos de los Últimos Días le dedican muchos recursos y mucha energía.

I. Cómo los mormones perciben la educación

El propósito de la educación

El principio de la educación se entreteje con las creencias más fundamentales que los mormones tienen sobre Dios, sobre la vida y sobre sí mismos. Los Santos de los Últimos Días afirman, por ejemplo, que Dios es omnisciente, y se les enseña que “la gloria de Dios es la inteligencia, o en otras palabras, luz y verdad”.[1] También creen que como hijos de Dios, el objetivo de todas las personas es esforzarse continuamente por ser como Él, y ven la educación como una parte vital de ese empeño. Por lo tanto, para los Santos de los Últimos Días, la vida no es sólo una temporada de prueba, sino también una escuela para desarrollar la comprensión a través del estudio y la experiencia.[2] La educación es uno de los propósitos primordiales de la vida y tiene un valor que perdura eternamente y que trasciende la muerte.[3] La educación tiene como finalidad principal el desarrollo de un carácter refinado, culto y piadoso.[4]

Los Santos de los Últimos Días creen que debido al valor inmenso y duradero de la educación, Dios ha hecho que el educarse sea un mandamiento divino por el cual Sus hijos son responsables.[5] Tanto la Biblia como el Libro de Mormón reiteran este mandamiento con invitaciones a buscar, “llamar”, y pedir conocimiento; las revelaciones y los profetas modernos dan instrucciones explícitas de aprender, y aclaran que el aprendizaje es esencial para la salvación. José Smith, fundador de la Iglesia, enseñó que “…el hombre no puede ser salvo sino al paso que adquiera conocimiento” y que “es imposible que el hombre se salve en la ignorancia”.[6] Los mormones también afirman que Dios participa activamente en la educación de Sus hijos. Él ilumina la mente; Él promete que los esfuerzos por aprender serán reconocidos y recompensados con bendiciones de conocimiento que Él concede con sabiduría.[7]

La base de la perspectiva de los Santos de los Últimos Días en la educación yace en el punto de vista singular que tienen del aprendizaje y del conocimiento. Los mormones claramente hacen hincapié en que la educación es para la persona en su totalidad, y que beneficia tanto la mente como el espíritu. La educación no es exclusivamente intelectual; los Santos de los Últimos Días buscan conocimiento “tanto por el estudio como por la fe” (Doctrina y Convenios 88:118). En parte, esto significa que los mormones reconocen un tipo de aprendizaje que abarca tanto el intelecto como el discernimiento espiritual.[8] También reconocen que éstos guardan relación entre sí: la comprensión espiritual, por ejemplo, es necesaria para entender el propósito definitivo de la búsqueda de conocimiento.[9] Además, los Santos de los Últimos Días afirman que la fe y la razón no son fundamentalmente opuestas entre sí.[10] Por lo tanto, la búsqueda de la verdad no tiene límites, aunque los Santos de los Últimos Días valoran de manera especial el conocimiento que lleva al buscador a acercarse más a Dios y que permite cumplir con los propósitos esenciales de la vida.[11]

Aunque la educación juega un papel fundamental en la teología del mormonismo, también tiene valor personal. Los Santos de los Últimos Días creen que la educación debe estar relacionada con la vida y que debe mejorar la experiencia vital. Brigham Young explicó que “la educación es la capacidad de pensar con claridad, de desempeñarse bien en el trabajo del mundo y de apreciar la vida”.[12] Los mormones valoran la vida de la mente y la plenitud que la educación suma a la experiencia vital. Se les motiva a apreciar el aprendizaje y la enseñanza, y reconocen que el conocimiento les brinda fortaleza personal.[13]

Los Santos de los Últimos Días también creen que el aprendizaje debe tener un valor práctico; debe mejorar su capacidad de contribuir a la sociedad, de ser económicamente autosuficientes y en general de “desempeñarse bien en el trabajo del mundo”.[14] Los Santos de los Últimos Días reconocen que la educación es fundamental por razones morales y prácticas que abarcan desde apoyar y criar a su familia hasta participar en la sociedad en general. La educación es un mandato esencial para los padres, quienes son los responsables de proveer para cubrir las necesidades de sus hijos. El Presidente de la Iglesia Thomas S. Monson ha alentado a los hombres y a las mujeres a ir en pos de su formación académica con el fin de participar, según sea necesario, en la economía de un mundo competitivo.[15] A los que procuran estudiar, la educación también les permite surtir una influencia positiva en sus comunidades con mayor eficacia. La educación mejora su capacidad de servir a la familia humana.

Por supuesto, los mormones afirman que la educación es fundamental dentro de la familia inmediata también. Como los Santos de los Últimos Días consideran que la familia es la unidad fundamental de la sociedad humana, consideran que el hogar es el seno del aprendizaje humano. Los padres han recibido el mandato divino de criar a sus hijos “en la luz y la verdad” (Doctrina y Convenios 93:40). Ellos son primordialmente responsables de llevar a sus hijos a la madurez intelectual, social y espiritual por medio del precepto y del ejemplo. Se considera que la crianza de los hijos es una labor que se realiza en colaboración con Dios, y los padres y otros educadores son responsables de guiar a los hijos con el fin de que dichos niños reciban beneficios inmediatos y por la eternidad.[16]

El alcance de la educación

La idea que tienen los mormones de la educación es inclusiva, no sólo en cuanto a los diferentes tipos de conocimiento que se pueden adquirir, sino en otros aspectos también. Las enseñanzas de la Iglesia abarcan un vasto campo de conocimiento valioso e integran una variedad ilimitada de temas seculares y religiosos. La geografía, la cultura, la historia, la ciencia y otros innumerables temas caen dentro de estos amplios parámetros, los cuales se extienden mucho más allá del ámbito convencional del conocimiento religioso.[17] De hecho, en cierto punto, los mormones no hacen distinción entre el conocimiento “secular” y el “religioso”. Ellos consideran todas las formas de la verdad como relevantes y sagradas.

A pesar de que la “educación” a menudo se refiere a la educación formal, los Santos de los Últimos Días reconocen que ésta debería abarcar mucho más que eso. Se les motiva a considerar la educación como una responsabilidad individual, [18] y se les enseña que cada persona debe continuar con sus estudios de forma independiente en el contexto de su propia vida, aprendiendo de la forma y en la medida que sus circunstancias lo permitan.[19] Si bien consideran los programas educativos formales como indispensables, los mormones también valoran la lectura, el estudio, el razonamiento y la observación individuales de muchos tipos. Afirman que una abundancia de conocimiento está disponible para todos aquellos que lo busquen.

Por último, para los Santos de los Últimos Días, la educación es un principio que se extiende por la eternidad. Las Escrituras mormonas enseñan que “cualquier principio de inteligencia que logremos en esta vida” lo conservaremos en el más allá (Doctrina y Convenios 130:18). Los Santos de los Últimos Días también ven en la educación un empeño perpetuo, pues prevén y esperan un largo proceso de aprendizaje que se extiende indefinidamente en el futuro.

II. La tradición mormona en la educación

La tradición en la educación [20] que rodea a La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días es contundente y existe desde hace mucho tiempo, de hecho, es un rasgo distintivo de su gente.[21] Durante casi 200 años, los mormones han desarrollado iniciativas educativas y han mantenido una cultura en la que la educación ha sido una inquietud primordial. Esta tradición se remonta a los primeros días de la Iglesia.

Además de la Biblia y el Libro de Mormón, los Santos de los Últimos Días han acudido a las revelaciones divinas recibidas por el fundador de la Iglesia, José Smith, en busca de un esquema y un propósito para su aprendizaje.[22] Entre otras cosas, esta Escritura moderna alienta a los Santos a apreciar y constantemente buscar sabiduría de todo tipo y enseñarse los unos a los otros diligentemente, de manera que puedan ser “más perfectamente instruidos en teoría, en principio, en doctrina, [y] en la ley del evangelio” (Doctrina y Convenios 88:78). Tales enseñanzas han impulsado labores educativas de diversas índoles a lo largo de la historia mormona.

Mediante estas enseñanzas se extendió el compromiso de los primeros Santos de los Últimos Días con respecto a la educación de sus hijos y profundizó su devoción personal a la autosuperación y al desarrollo educativo. Al igual que muchas familias de aquella época, los Santos de los Últimos Días prestaron atención a la educación en el hogar, pero también la procuraron de manera más formal. Durante una época del siglo XIX en que la educación era a menudo el privilegio de unos pocos, los mormones de Kirtland, Ohio, organizaron sus propias escuelas. Algunas de éstas brindaban instrucción ministerial y religiosa y otras ofrecían instrucción a los miembros de la comunidad —incluso a mujeres y jóvenes— en idiomas, aritmética, gramática y otros elementos que constituían un plan de estudios tradicional.

Los mormones también fueron pioneros de la educación en la inhóspita frontera de Misuri en el siglo XIX, fundando la primera escuela de la actual ciudad de Kansas City en 1831. Unos años más tarde, en la recién construida ciudad de Nauvoo, Illinois, los santos mantuvieron una sociedad madura que incluía tanto la alta cultura como la educación superior. Los líderes de la Iglesia habían explicado que uno de los propósitos principales de la congregación de los Santos de los Últimos Días era que gozaran de los beneficios de la educación, y en Nauvoo muchos de estos beneficios se recibieron.[23] Se conceptualizaron y se organizaron escuelas comunes, clubes, teatros, museos, liceos y sociedades literarias y de otros tipos. Los santos fundaron una universidad, la Universidad de la Ciudad de Nauvoo, la cual administraba el sistema educativo de la ciudad. Las personas que visitaban Nauvoo encontraban a una gente dedicada tanto a sus principios religiosos como a la mejora de su inteligencia.[24]

Aun en la segunda mitad del siglo XIX, cuando los mormones se esparcieron para colonizar el oeste de los Estados Unidos, la educación continuó siendo una prioridad. En un esfuerzo por apoyar el aprendizaje, los líderes de la Iglesia: Brigham Young, John Taylor y Wilford Woodruff, dirigieron la fundación de escuelas y “academias” de estaca, las que canalizaron los recursos de los Santos de los Últimos Días, a menudo escasos, hacia un programa educativo organizado. Desde entonces, muchas de esas escuelas y academias de estaca se han convertido en las escuelas secundarias, colegios universitarios y universidades modernos de esas regiones. Al ir apareciendo otras alternativas, la Iglesia suspendió gran parte de su esfuerzo por brindar educación no religiosa, y en su lugar comenzó a desarrollar sistemas de educación religiosa complementaria para estudiantes de todas las edades.

III. Iniciativas educativas de la Iglesia

Fiel a la tradición, la educación ha seguido ocupando un lugar prominente en la vida y las creencias de los Santos de los Últimos Días.

Además del énfasis en el aprendizaje durante los servicios dominicales, la adoración en el templo y otros escenarios, la Iglesia tiene una serie de iniciativas oficiales para ayudar a los miembros a ir en pos de la educación.

El apoyo continuo a sus colegios universitarios y universidades refleja el reconocimiento que tiene la Iglesia de la necesidad de una educación excelente y amplia. La Iglesia posee y administra tres universidades (Universidad Brigham Young, Universidad Brigham Young-Hawái y Universidad Brigham Young-Idaho) y un colegio universitario (Instituto Superior de Comercio SUD). En esas instituciones, se combina la educación secular con los ideales y los principios religiosos de la Iglesia. La Iglesia también mantiene una serie de escuelas primarias y secundarias en México, Tonga, Samoa, Fiyi y Kiribati.

Los seminarios e institutos de la Iglesia conforman el Sistema Educativo de la Iglesia. Estas instituciones destacan la importancia de desarrollar una educación integral que incorpore el conocimiento religioso y la fe.

Seminario es un programa de cuatro años de educación religiosa para estudiantes de escuela secundaria de cualquier religión. Cada año se estudia un libro diferente de las Escrituras Santo de los Últimos Días: el Antiguo Testamento, el Nuevo Testamento, el Libro de Mormón o Doctrina y Convenios. Las clases de seminario están a cargo de instructores de tiempo completo y voluntarios, a menudo en instalaciones de la Iglesia. Existen aproximadamente 350.000 estudiantes de seminario alrededor del mundo.

Los institutos de religión imparten educación religiosa a jóvenes entre las edades de 18 y 30 años en más de 2.500 centros alrededor del mundo, muchos de los cuales son estudiantes de colegios universitarios o de universidades. Las clases de instituto abarcan el estudio de las Escrituras, la historia y la doctrina de la Iglesia y cómo prepararse para el matrimonio y para servir en una misión de la Iglesia. Actualmente existen alrededor de 350.000 estudiantes matriculados en instituto.

Para los jóvenes adultos de la Iglesia que reúnan los requisitos en las zonas en desarrollo alrededor del mundo, el Fondo Perpetuo para la Educación, establecido por la Iglesia en 2001, ofrece la oportunidad de obtener la formación académica necesaria para mejorar las oportunidades económicas. Los miembros de la Iglesia hacen contribuciones al fondo, y se espera que los beneficiarios del fondo paguen el préstamo a una tasa de interés baja. Desde su creación, el Fondo Perpetuo para la Educación ha crecido hasta convertirse en una gran obra que ha ayudado a miles de personas.

 

[1]Doctrina y Convenios 93:36.

[2]Véase Thomas S. Monson, “Contemplad a Dios y vivid”, Liahona, julio de 1998, págs. 56–63; Bruce C. Hafen, “La Expiación: Todo por todo”, Liahona, mayo de 2004, págs. 97–99.

[3]Véase Doctrina y Convenios 130:19.

[4]Véase Dallin H. Oaks, “A House of Faith” ,BYU Studies, 1996, págs. 117–118.

[5]Véase Dieter F. Uchtdorf, “Dos principios para cualquier economía”, Liahona, noviembre de 2009, págs. 55–58.

[6]Enseñanzas de los Presidentes de la Iglesia: José Smith, 2007, pág. 275.

[7]2 Nefi 28:30; Doctrina y Convenios 88:11.

[8]Joseph Fielding Smith explicó claramente que “el conocimiento viene tanto por la razón como por la revelación”. Véase “Educating for a Golden Era of Continuing Righteousness”, A Golden Era of Continuing Education, Universidad Brigham Young, 1971, pág. 2; Doctrina y Convenios 9:2.

[9]Véase Henry B. Eyring, “Educación para la vida real”, Charla fogonera del SEI, 6 de mayo de 2001.

[10]Véase Richard C. Edgley, “Fe: Tú escoges”, Liahona, noviembre de 2010, págs. 31–33.

[11]Véase 2 Nefi 9:29.

[12]Citado en George H. Brimhall, “The Brigham Young University”, Improvement Era, julio de 1920, pág. 831.

[13]Véase Dieter F. Uchtdorf, “Dos principios para cualquier economía”, págs. 55–58.

[14]James E. Faust, “Learning for Eternity”, discurso pronunciado en un servicio devocional de BYU, 18 de noviembre de 1997, pág. 3.

[15]Véase Thomas S. Monson, “Grandes expectativas”, discurso pronunciado en un servicio devocional de BYU, 11 de enero de 2009, pág. 3.

[16]Véase L. Tom Perry, “Las madres enseñan a los hijos en el hogar”, Liahona, mayo de 2010, págs. 29–31.

[17]Véase Doctrina y Convenios 88:79; 90:15.

[18]Véase Russell M. Nelson, “¿Dónde se halla la sabiduría?”, Liahona, enero de 1993, págs. 5-8.

[19]Véase Dieter F. Uchtdorf, “Dos principios para cualquier economía”, págs. 55–58.

[20]Como fuente de consulta sobre la historia de la educación SUD, véase el texto de la exposición “Education in Zion” de la Universidad Brigham Young , disponible en inglés aquí.

[21]Véase James E. Faust, “Learning for Eternity”, pág. 2.

[22]Véase Dallin H. Oaks, “A House of Faith”, pág. 115.

[23]Véase Sidney Rigdon, “To the Saints Abroad”, Elders’ Journal, agosto de 1838, pág. 53.

[24]Véase, por ejemplo, “Highly Important from the Mormon Empire”, New York Herald, 17 de junio de 1842, pág. 2.

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